sábado, 22 de enero de 2011

Una revelación se me ha evidenciado

Estábamos divirtiéndonos, en una lugar con la puerta abierta, cuando de repente la policía llega,  y detrás de ella la gendarmería. Sí, Sí ... los militares. 
Yo me encontraba en una silla, blanca de la cual no me quería levantar, ni mucho menos abandonar, ya que era un hermoso sillón de diseño, blanco. Un color tan representativo de la paz!! Esa paz que había edificado muy de a poco, y con muchas trabas,  y no estaba dispuesta a cederla. 
Entonces, en buenos términos, le pedí al tipo que se me aproxima con su uniforme verde-marrón, quedarme con la silla. 
Amablemente claro, no fuera cosa que el empleado estatal de las FFAA (pues eso es lo que es, un burócrata calzado) me pegue un tiro así nomas, como si fuera una cosa, como si mi vida valiera menos que la suya (que juzgandolo a priori, si es alguien experimentado en jugarse la propia vida, a morir por causas ajenas, quizá su vida no sea tan valorada por él, ni por los otros; y cuando digo causas digo banderas, premisas, estandartes y valores).


_ "La silla viene conmigo, ni sueñe que se queda acá. ¿Sabe lo que me costó?" , le dije. _"Dígame ¿cual es el caso, de ser arrestados?"


Este bullicio, también era una buena manera de entretener a los oficiales o como sea que se les llame en el ejercito, para que mis amigos escondan las drogas que tenían encima. Y así lo hicieron. 


_ "No lo puedo decir" contestó, _"solo están colaborando, y esto no es un arresto, es por su propio bien", contestó con voz firme. La palabra "bien" sonaba muy sospechosa viniendo de un milico con armas en el cinturón. 








Amablemente el militar, me hizo desistir, explicándome que me llevarían a otro lugar, pero sin darme el fundamento, el "¿por que?" de lo que yo sentía un secuestro, porque en definitiva eso es lo que era. Sin embargo nada revisaron de nuestra casa, nos subieron a un camión y nos hicieron descender en una embajada. 
El lugar era pomposo, solemne. Los pisos eran de una fina madera, las cortinas eran de terciopelo rojo, con cordeles dorados terminados en borlas refinadas. Ventanales gigantes de vitraux, por el que estaba dejando de entrar la luz al atardecer, y por eso los candelabros de costoso cristal eran encendidos.







No eramos los únicos que allí estábamos, había gente, con la cual de inmediato comenzamos a hablar, y preguntar si alguien sabía que pasaba. Había voces que hablaban en francés, como un rumor generalizado, una constante bulla francesa. 


_"¿Cómo es que nos tiene acá y nadie protesta? ¿Cómo es que nadie dice nada? Nadie objeta!!", prorrumpí en voz alta. 
No podía ser que nadie dijera nada, y como zombies llevados a un lugar cual ganado es llevado al matadero, se dejaron arrastrar. 
Al menos las vacas dice "muu". ¿Era posible ese tipo de sumisión? 


_"Date vuelta" me dice uno de los pibes _"Mirá", y señala un televisor, colgado de esos elementos metálicos que se empotran en las paredes. 
La imagen era de otra embajada de donde salía humo, pues una bomba había explotado, filmada desde un helicóptero. Los alrededores se veían desiertos. Los titulares decían "grupo político detonó bomba en la embajada de Bulgaria".








Mmmmm, sospechosísimo. De repente comencé a vociferar _" ¡¿no se dan cuenta que esto es un teatro montado por la prensa?! ¡Despierten zombies! ¡Acá hay involucrado un político corrupto quién armó semejante secuencia, solo para quedarse con el país! ¡¿No vamos a tomar cartas en el asunto?! ¡ Quitemos las armas a estos idiotas y salgamos a pelear nuestra tierra! ¡Vean ciegos, que nos van a robar también el agua!" 


Nadie reaccionaba, y la impotencia se apoderaba de mi ser. Los milicos se me aproximaban, para callarme. 






Y en ese preciso momento... un ruido!


Me invade...




El despertador... 




Me despierto. 


Estoy acostada en mi cama, y ya es de día, hora de levantarme en este sábado soleado. Mi casa, mi mesa, mis discos y mis libros. Bukowsky, y el manifiesto de Marx y Engels, ahi están. 


Razoné, y examiné el sueño. 


La noche anterior, un amigo me cuenta que los paran en la moto, la policía, y sin intentar coimearlos por la cocaína y la marihuana que les encontró, los llevó a la comisaría. Se comieron un garrón de una hora, y en ningún momento protestaron, o dijeron algo respecto de la falsa "guerra" (otra palabra mal usada y que odio) contra el "narcotráfico". 


Estos pibes que trabajan, siendo "negreados" (disculpen la falta de una mejor palabra) por un rico patrón, de lunes a sábado, sólo agacharon la cabeza, por un porrito y unos "tiros". 


Esa misma noche llego a casa y mi hermana me cuenta que llegando a casa, se sube al colectivo una cana mujer y les dice: _"Todos los hombres abajo por favor", y empezaron, (ella y sus compañeritas de laburo con sueldo fijo y obra social, igual de pobres que sus vecinos "delincuentes"), a requisar a las mujeres. 


Sus pertenencias, sus carteras. Su intimidad!!.


Y otra vez nadie dijo nada. Nadie pidió explicaciones. Nadie preguntó por qué ser tratadas como delincuentes, cuando a esa hora todos vuelven de trabajar. 


Y otra vez al igual que en el sueño, la sumisión. 


Luego, no se donde ví una caricatura del mono relojero que decía: "Piedra libre para Duhalde que está armando otro 20 de diciembre". 


Un cóctel amargo, que mezclado con material onírico, dio como resultado una pesadilla para nada alejada de la realidad. Gente sumisa, y políticos corruptos armando movidas con milicias, hasta extranjeras, para quedarse con un mordisco del pueblo,  y de la tierra misma. 


Despertemos, recordemos, y demos batalla ahora y siempre.